Ungern como mito y su importancia para nosotros

El 15 de agosto del 2016, durante la reconstrucción de una casa en el número 11 de la calle Krasny Prospect, Novosibirsk, fueron descubiertos los cimientos de una antigua red de sótanos interconectados. Al parecer una de las habitaciones de este complejo fue usada como sitio de fusilamiento. Se trata de la “casa de los relojes”, donde se encontraba anteriormente la mansión del comerciante Mashtakov, y no muy lejos de allí se halla la segunda casa de Mashtakov, que hoy en día es una escuela de arte. Los historiadores locales sostienen que ambas casas estaban conectadas por una red de sótanos y pasajes subterráneos. Algunos aseguran que el 15 de septiembre de 1921 el barón von Ungern-Sternberg fue fusilado en el sótano de la casa del comerciante Mashtakov. Antes se pensaba que esto había sucedido en la avenida Kransny 9 (Khud. Ušilyshche), pero con el hallazgo hecho en el edificio 11, ha quedado claro que ambos edificios hacían parte de un complejo subterránea: varios restos de balas fueron encontrados en las paredes, además de muchos perdigones. Otra versión asegura que el barón fue llevado a la Oba de la calle Fabrichnaya, ya que la calle Sverdlov y la calle Kommunisticheskaya se encuentran en el camino a las casas nº9 y 11 de Krasniy Prospekt, respectivamente, y allí están las vías del tren.

A pesar de que se ha descubierto una localización mucho más plausible en donde pudo suceder la ejecución del barón Ungern, sus restos y pertenencias siguen sin ser hallados todavía. No obstante, surge la siguiente pregunta: ¿por qué deberíamos preocuparnos los paganos tradicionalistas por el destino de un general monárquico blanco fusilado por los bolcheviques y que no sido rehabilitado hasta el día de hoy por ser considerado un “enemigo del pueblo”?

Una respuesta bastante superficial a esta pregunta la podemos encontrar en la misma biografía del barón Roman Fedorovich von Ungern-Sternberg, nacido en 1886. El barón Ungern ha sido estudiado como figura histórica por varias monografías que exploran los documentos archivísticos y las decisiones judiciales del momento. Pero la figura del barón Ungern tienen mucha más resonancia para los pueblos paganos nativos de Buriatia, al igual que para el chamanismo del Lejano Oriente y Mongolia (muchas veces mezclado con las enseñanzas de Buda, que Ungern siguió), lo que lo hace un oficial y un cosaco blanco bastante inusual. Pero, reiteramos: ¿qué importancia tiene todo eso para nosotros, que pertenecemos al pueblo ruso y a la franja centroeuropea y de Siberia occidental? Responderemos del siguiente modo:

En primer lugar, todo pagano tradicionalista es por definición un partidario de la superioridad del mito sobre la realidad, siendo esta última nada más que una construcción social positivista y una especie de “contra-mito”. El mito es sagrado, transgresor, activo y sacral: el mito hace parte de nosotros y, por lo tanto, el barón Ungern es antes que nada “un mito”, por lo que no nos interesa su cuerpo físico real o el haber sido una personalidad histórica. El mito es muy polifacético. Ningún otro general blanco ha creado un mito con tanta resonancia y riqueza como el de Ungern, ni siquiera personajes como Kolchak (1) o Deniken (2). El barón Ungern fue un oficial budista del ejercito blanco, la encarnación del Dios de la Guerra Mahakala (3), defensor de las enseñanzas de Buda, libertador de Urga y Mongolia, restaurador de la teocracia de Bogd Khan VIII (4), un tirano cruel y sádico, verdugo de los bolcheviques y los traidores que hacía llover metralla sobre la cabeza de sus enemigos. Todos estos hechos son como un río que se desborda y que fluye sin cesar: se pasa fácilmente de la historia a las leyendas, de las leyendas a los libros y en los libros únicamente encontramos plasmados toda clase de mitos. Roman Fedorovich es sin lugar a dudas una de las figuras más extrañas del movimiento blanco de Siberia y el Lejano Oriente.

El paganismo ruso contemporáneo busca desesperadamente mitos y figuras históricas que le sirvan como referente para poder construir un eje histórico y moral que le sirva de guía. Es por eso que se intenta descubrir acontecimientos y figuras carismáticas, icónicas y ejemplares que cumplan este papel. Pero mientras la historia antigua era muy rica en esta clase de personajes, la historia moderna es bastante pobre. De todos modos, hay quienes parten del supuesto de que “no existe nada a que aferrarse” y por lo tanto no existe nadie a quien rescatar. Entonces, ¿qué pensamos los tradicionalistas paganos del barón Ungern? Roman Fedorovich no fue realmente un budista, o si lo fue, realmente no lo práctico, ya que el budismo en un estado puro no es sino una forma de nihilismo que niega la Tradición. Sin embargo, el budismo no existe en ninguna parte en estado puro, ya que siempre lo vemos mezclado, en diferentes proporciones, con las tradiciones populares locales. Por lo tanto, podemos decir que se produce el fenómeno de la doble fe, este es el caso del Bön (5), el Zen y todas las variedades de chamanismo siberiano y mongol que han absorbido el budismo y lo han convertido en parte integral de sus creencias. El hinduismo también podría ennoblecer al budismo aportándole su panteón, junto con la influencia de los Upanishads y los sutras. Si partimos de esta tesis, podemos decir que el mito de Ungern tiene muchas influencias paganas, ya que se le atribuye la liberación del monarca de los mongoles, sin hablar de que fue considerado la encarnación del Dios Mahakala. ¿Acaso algún otro ruso ha sido considerado como una Deidad guerrera en Oriente? Y es aquí donde se encuentra el meollo del asunto. El arte marcial es muy importante para el paganismo ruso y lo podemos encontrar en toda nuestra historia: Rurik, Svyatoslav, Alexander Nevsky y Dmitriy Donskoy caben dentro de esta categoría, y aunque los últimos son reivindicados por los ortodoxos, todos ellos eran guiados por una misma cosmovisión y son ejemplos del poder militar ruso. Sin embargo, el paganismo ruso moderno también puede recurrir a arquetipos militares e imágenes culturales que existen en Escandinavia y Alemania, como lo son el paganismo de los vikingos (con sus cascos y espadas), los drakkars, los aegilshjalms, Mjöllnir o las runas. Se trata de préstamos que hace el paganismo ruso de los alemanes con tal de llenar algunas lagunas y vacíos que tiene. Pero volviendo a los primeros años del siglo XX, cuando había estallado la guerra civil del Extremo Oriente, podemos encontrar en Unger un ejemplo excelente de una voluntad indomable, una intrepidez sin par y una temeridad militar sin comparación, en el sentido más noble del término. Julius Evola dice en un artículo titulado “El barón sanguinario” que las raíces alemanas de Roman se remontaban a los vikingos, lo que puede explicar su carácter belicoso y, añadimos nosotros, sombrío y fatalista de su destino, que esta muy en consonancia con los oscuros bosques teutónicos. De todos los caudillos contemporáneos, sólo él fue considerado la encarnación de un Dios de la Guerra indomable y un aventurero sin igual en el campo de batalla. Fue este fuego ardiente del kshatriya lo que llamó la atención de otro barón: al pagano-tradicionalista Julius Evola. Este último comenta que el “desprecio hacia la muerte” de Ungern y la veneración que recibe en Oriente se debe a sus cualidades místicas y a su contacto con los centros iniciáticos de Asia. Una leyenda cuenta que recibió el anillo de Gengis Kan, el cual se decía que otorgaba un gran poder a quien lo tuviera.

Por otra parte, el rechazo absoluto, total e incondicional del bolchevismo y a la revolución acercan al barón Ungern al tradicionalismo. El bolchevismo es el enemigo existencial de Ungern, un enemigo tanto de Rusia como de la monarquía y de la Tradición, sea esta ortodoxa o cualquier otra como, por ejemplo, el chamanismo y el budismo. Ungern era monárquico y, de hecho, llegó a ser el último monárquico de la Guerra Civil, además de ser partidario de la teocracia y de la sacralidad del poder. Es por esa razón que libera a Mongolia de los chinos y restaura la teocracia de Bogdo Khan. El bolchevismo, como realidad antitradicional y estéril surgida del modernismo, provocó en todos los tradicionalistas del siglo XX una gran repulsión y odio. El barón Evola decía que “la peste bolchevique destruye la Tradición europea”. La gran mayoría de los paganos también consideran que el bolchevismo y sus proyectos izquierdistas deben ser desechados; todos coincidimos en lo mismo: Ungern está del lado de la Tradición contra los ateos bolcheviques. J. Evola afirma que los tradicionalistas, especialmente los paganos, están a favor del mito y lo sagrado y se oponen a la “peste rojo-izquierdista” creada por la Modernidad.

Evola escribió sobre Ungern lo siguiente:

“El segundo punto concierne al ideal defendido por Ungern. El combate contra el bolchevismo habría sido la señal de una acción más vasta. Según Ungern, el bolchevismo no era un fenómeno autónomo, sino la última e inevitable consecuencia de procesos involutivos que se han verificado desde hace tiempo en el seno de la civilización occidental. Como antaño Metternich, percibía justamente una continuidad entre las diferentes fases y formas de la subversión mundial, a partir de la Revolución francesa. Ahora bien, según Ungern igualmente, la reacción debería partir de Oriente, de un Oriente fiel a sus tradiciones espirituales y unido, frente al peligro amenazador, con todos aquellos que hubieran sido capaces de una rebelión contra el mundo moderno. La primera tarea habría consistido en eliminar al bolchevismo y liberar Rusia”.

Visto desde esta perspectiva, el mito de Ungern brilla resplandeciente. Sin embargo, Ungern fue un oficial blanco y un miembro del movimiento blanco. Aquí, y sin entrar en detalles innecesarios, debemos responder a la pregunta: “¿de qué lado se ponen los tradicionalistas paganos en la guerra civil de principios del siglo XX? Respondemos: de ninguno, pues no somos partidarios ni de la ortodoxia “blanca” ni de la “izquierda” sin Dios. No porque sintamos simpatía por el barón Roman Fyodorovich Ungern significa que estemos a favor de los “blancos”, pero tampoco somos partidarios de los “rojos”. Además, ¿significa que estamos a favor del budismo por el hecho de rescatar a Ungern? Tampoco. ¿Somos monárquicos? Creo que podríamos profundizar mucho más en este problema, pero nuevamente este no es el punto.

Una vez más, debemos concentrarnos en responder las siguientes preguntas: ¿quién fue este barón sanguinario, Ungern, maestro del arte de la guerra y qué debemos recuperar de él los tradicionalistas paganos?

La primera pregunta la respondemos de la siguiente manera: Ungern no fue un hombre, sino un mito transgresor, es decir, evade la posibilidad de llevar a cabo una definición clara del mismo. Fue un budista, el dios de la guerra Mahakala, un tirano, un aventurero que poseía una voluntad inflexible que lo llevó a acceder a los centros esotéricos e iniciáticos de Asia y también fue un partidario de la Tradición frente a los bolcheviques, que eran defensores de la Modernidad. En todos estos hechos se entremezclan la verdad, la leyenda, los testimonio y la ficción: el mito de la figura de un kshatriya de carácter fuerte hace del barón una figura muy singular de la historia de Rusia y sin duda atrae nuestra atención acerca de su destino.

El final de su lucha también resulta bastante revelador: Piotr Shchetinkin, comandante de un escuadrón del cuerpo del Ejército Rojo, “derrotó a las bandas de Ungern” y fue coronado con los laureles de la victoria. Cuando escuchamos el apellido “Ungern”, viene a nuestra mente la idea de un hombre que ruge, de forma agresivo y fuerte, contra todos: von Ungern-Sternberg es el nombre de un aristócrata y un guerrero que lleva la sangre de los “kshatriyas” alemanes. En cambio, el nombre de P. Shchetinkin (Щетинкин) suena al gruñido (шипящая) de un gato o al molesto roce de las botas, parecidos a los bramidos de un cerdo. Podríamos decir que se trata de la victoria de lo bajo sobre lo alto, de la plebe y el chandala sin alma moderno sobre el último defensor de la aristocracia del espíritu, el valor y el honor.

En resumen, podemos decir que el barón Ungern no es ni un representante de los blancos ni de los rojos, tampoco lo podemos considerar un pagano y, desde luego, tampoco puede ser considerado como uno de nuestros héroes. Él es antes que nada él mismo (Selbst) y por eso es un ser mítico que trasciende todo lo que es común y trivial, terrenal e inexistente o todo lo que no tiene valor y contenido. Nadie puede apropiarse realmente de Ungern porque él es su propio soberano, uno estrella que brilla al final del actual Manvantara. Podemos mirar hacia atrás, retomar su mito y voluntad y seguir nuestra propia Tradición.

Mientras tanto, la versión oficial sobre el origen de la metralla en el sótano del antiguo comerciante Mashtakov dice que fue causada por una granada que se utilizó a la hora de demoler los cimientos de la casa para poder construir la “casa de los relojes”. No es necesario decir que resulta bastante estúpido destruir los cimientos de ladrillo y granito con la metralla de una granada, especialmente cuando estos se encuentran enterrados en lo profundo de la tierra. Una vez más presenciamos como se sustituyen los escupitajos en la cara y las sonrisas del pelotón de fusilamiento de la Cheka con el aburrido informe protocolario de que se “detonó una granada con metralla para hacer volar los cimientos de una casa”. Se trata del triunfo de la aburrida prosaización del mundo de Shchetinkin frente al martirio de Ungern. Y esta versión será sin duda popular entre las masas.

No obstante, el cráneo y los huesos del barón yacen en lo profundo de las entrañas de Novonikolaevsk-Novosibirsk. Sus restos todavía nos eluden, como sucede a menudo con todos los santos y sabios asiáticos.

En homenaje al 95º aniversario de la ejecución del barón Ungern.

15.09.2016

Notas del Traductor:

1. Aleksandr Vasílievich Kolchak fue un marinomilitar y explorador del Ártico ruso, caudillo del movimiento antibolchevique conocido como Movimiento Blanco durante la guerra civil rusa que dirigió en Siberia un Gobierno opuesto al Gobierno de Lenin desde noviembre de 1918 a febrero de 1920.

2. Antón Ivánovich Denikinfue un militar ruso y​ uno de los principales líderes del Movimiento Blanco durante la guerra civil rusa.

3. Mahakala es una de las más importantes divinidades protectoras dentro del budismo Vajrayana (budismo tibetano) perteneciente al grupo de los Dharmapalas (protectores del Dharma) de tipo airado, denominados herukas. Mahakala es al mismo tiempo un yidam, una deidad de meditación. La palabra Mahakala deriva del sánscrito maha (“grande”) y kala (“negro”). El nombre tibetano es Gonpo Phyag. En el budismo japonés se le conoce como Daikoku. Según cuenta la tradición tibetana es un antiguo demonio que fue convertido por los budas Manjushri y Avalokiteshvara en protector del Dharma. La tradición tibetana cuenta que Mahakala lucha contra el mal en el propio infierno, siendo su misión guiar a los seres de la oscuridad a la luz. Mahakala tiene la naturaleza de Chenrezig a pesar de su aspecto infernal. Se le conoce también como “señor del viento” y con su aspecto y forma airada protege a los discípulos y cumple la función de ayudar a disolver todo tipo de obstáculos y negatividades que impiden el camino espiritual. Estos factores pueden ser externos o condicionamientos internos, tales como el miedo, el odio, el orgullo o la envidia. Frente a estos factores, Mahakala protege a los discípulos y su fiera expresión derrota a estos condicionamientos.

4. El Bogd Khan fue el primer y único Kan de Mongolia tras la declaración de independencia de la dinastía Qing el 29 de diciembre de 1911. También fue el líder espiritual del budismo tibetano en Mongolia siendo la octava reencarnación de Jebtsundamba Kutuktu. Durante los primeros años de su reinado se instauró en Mongolia una teocracia parlamentaria.

5. El Bön es una antigua tradición chamánica y animista tibetana anterior a la llegada del budismo. El Bön influyó mucho en las creencias del Budismo Tibetano, creando una especie de sincretismo religioso.

Por Askr Svarte

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera