John Zerzan y la visión primitivista del das Man

El rechazo de la idea de progreso y del crecimiento económico, que son parte del paradigma de la Modernidad, es una de nuestras ideas fundamentales. La ideología del decrecimiento (o el anti-crecimiento que es sostenida por Alain de Benoist) implica a priori una reevaluación del concepto mismo de la sociedad “industrial” y “postindustrial”, las cuales están basadas en la industria o en la digitalización producida por la alta tecnología, ya que ambos conceptos se hallan estrechamente relacionados con el crecimiento económico.

Contra este modelo que busca el crecimiento económico se enfrentan las denominadas teorías sociopolíticas “primitivistas” o teorías del “simple living” (de la vida simple), que tanto en sus discursos como en su espíritu crítico contra la civilización tecnogénica coinciden en muchos puntos con el Tradicionalismo Pagano.

Hemos evaluado, desde la perspectiva del tradicionalismo, los puntos más valiosos de estas teorías en el segundo tomo de nuestro libro Polemos. El Tradicionalismo pagano (2016). En este texto simplemente nos limitaremos a revisar de forma breve las ideas que expone el antropólogo estadounidense John Zerzan y su crítica contra la tecnología.

El sociólogo y antropólogo John Zerzan (n. 1943) es el representante contemporáneo más conocido del llamado anarco-primitivismo dentro del marco ideológico de la izquierda. Además, él es autor de numerosos libros y artículos. A finales de la década de 1990 y principios del 2000, Zerzan defendió y apoyó activamente a Theodor Kaczynski, pero luego de que fue arrestado abandonó su defensa de Theodor y condenó su uso generalizado de la violencia, haciendo énfasis en el hecho de que sus ideas divergían en muchos puntos.

Desde un punto de vista metodológico, Zerzan es un ateo y sus ideas se basan en paradigmas y argumentos socio-evolutivos y materialistas. La sociedad ideal de Zerzan son las pequeñas comunidades igualitarias que estén compuestas de cazadores-recolectores que viven en armonía con la naturaleza. Zerzan valora negativamente todos los procesos que terminaron por conducir a la revolución neolítica como lo fueron la domesticación de los animales y el desarrollo de la agricultura, elementos que considera como el comienzo del proceso de alienación. La civilización moderna, altamente desarrollada, debe ser rechazada categóricamente con tal de regresar a un estado natural de armonía.

La palabra “cultura” proviene del latín cultura, que significa “cultivo”. La aplicación de la creatividad humana a la naturaleza, la creación de herramientas y la aparición de prácticas de trabajo y supervivencia, así como la cultura como un concepto amplio que incluye el ámbito espiritual y la tradición son parte del mismo proceso según Zerzan. La teoría de Zerzan se opone de forma rígida y categórica a cualquier forma de cultura, ya que él considera la cultura como una forma de mediación que interfiere con la naturaleza y el curso natural de los acontecimientos. En el momento en que el ser humano comienza a intervenir y modificar el espacio a su alrededor por medio de prácticas que lo alteran, entonces comienza la alienación misma del hombre. Solo una tribu compuesta por recolectores tiene una imagen del mundo que observa la realidad de los objetos de la naturaleza como un conjunto de fuerzas materiales sin ningún rostro. Al comparar las ideas de Zerzan y Spengler podemos ver que ambos coinciden en una valoración negativa de la civilización, pero a diferencia de Spengler, quien veía a la cultura como un principio viviente asociado al mito y la religión, Zerzan va aún más lejos, llegando incluso hasta a un mundo pre-cultural o extra-cultural marcado por la prehistoria. Zerzan también propone abandonar por completo cualquier mesianismo humano identificado con la cultura, incluidos la teleología del ser y la existencia misma.

La idea más fundamental e innovadora de John Zerzan es su crítica radical a toda la cultura simbólica que incluye tanto la escritura como el lenguaje los cuales son, según sus teorías, elementos que están interconectados y sinónimos de lo mismo. Zerzan es un partidario de la experiencia pura, del sentimiento y un enemigo de la percepción de la realidad mediatizado por la cultura, a la cual acusa de haber creado la división social del trabajo. Para Zerzan el desarrollo de la escritura es parte del proceso de alienación del hombre y este proceso llevó a la introducción de una gran cantidad de desequilibrios jerárquicos que favorecieron la aparición del poder social. No es muy difícil encontrar en estas tesis los rastros de una teoría marxista de la cultura y del progreso entendida desde una perspectiva muy específica y cuyos lineamientos generales fueron igualmente sostenidos por Lévi-Strauss. Pero la culpa no se reduce únicamente a la escritura, sino que recae también en la naturaleza simbólica del lenguaje y sus abstracciones en general. En su libro El crepúsculo de las máquinas, Zerzan expresa su crítica más radical contra el lenguaje: “lo infinitamente diverso de la realidad es amputado por las limitaciones del lenguaje”.

El problema que es planteado y articulado por Zerzan es realmente profundo y significativo. Por lo tanto, debemos pensarlo desde tres ángulos distintos:

El primer aspecto tiene que ver con el tema general de la especificidad lingüística misma del pensamiento y, en consecuencia, su influencia en la cultura de las sociedades humanas. Según las ideas clásicas que fueron formuladas por Sapir y Whorf, la especificidad lingüística de las culturas humanas no puede ser asumida simplemente como una teoría, sino como una ley empírica que es observable en todas las lenguas. Sin embargo, las particularidades lingüísticas o la relatividad lingüística no significan para nada un determinismo rígido frente a cualquier pensamiento y percepción de la realidad que sea hecho mediante el prisma del lenguaje. La conciencia es mucho más compleja y en el marco del sistema que nos proporcionan Sapir-Whorf podemos encontrar el importante papel que juegan las experiencias pre-lingüísticas como las impresiones, los sentimientos y la asimilación de la realidad externa. El lenguaje penetra, estructura y acentúa de forma parcial la forma de pensar de los pueblos nativos, sin embargo, el pensamiento es en sí mismo algo mucho más extenso que todo lo que puede determinar el lenguaje. Por lo tanto, la afirmación de Zerzan de que la realidad es “capturada” y “limitada” por el lenguaje no es más que una especulación suya. Lo que una persona ve – “lo infinitamente diverso de la realidad” – la lleva a dar un nombre-palabra a lo que ve, o, de una forma u otra, a colocarle un nombre a aquello que ha asimila a un dominio mental que tiene un mayor o menor alcance según sus especificidades.

Desde el punto de vista del tradicionalismo, el problema del lenguaje puede comprenderse desde una perspectiva diferente que nos puede llevar a considerar este problema de la relatividad lingüística y la expresividad misma del lenguaje. El relativismo clásico explicaba que en el plano horizontal existe una pluralidad de lenguajes naturales y, como resultado de ello, somos capaces de reconocer la existencia de que ciertos pueblos hacen énfasis en ciertas mentalidades que les son específicas o en categorías que se encuentran asociadas a un vocabulario distintivo y a la gramática particular de las lenguas de los distintos pueblos. Estas especificidades las podemos encontrar tanto en las grandes familias lingüísticas mucho más homogéneas que pertenecen a las lenguas europeas o en los casos específicos de tribus arcaicas particulares. La perspectiva tradicionalista propone agregar a este plano un eje vertical cronológico que viene de arriba hacia abajo. De acuerdo con este enfoque, los lenguajes humanos, con el transcurso del tiempo histórico, también sufren un proceso de involución que se expresa en la pérdida de su flexibilidad poética o de la riqueza existencial de los símbolos, además del empobrecimiento semántico de las palabras más importantes (por ejemplo, la palabra griega “logos” posee más de cien significados). Las lenguas mismas terminan por “enfriarse” y endurecerse gradualmente, perdiendo toda su flexibilidad, mientras que adquieren un régimen de construcción lexical y gramatical fijo y un campo semántico mucho más limitado en la época moderna [1], lo cual es resultado de las reformas lingüísticas que introdujo la Ilustración, pero también es una consecuencia de las revoluciones sociales como la Revolución Francesa o la Revolución de Octubre en Rusia. La destrucción definitiva de la esencia simbólica y poética del lenguaje sucedió con la metodología lógica y analítica usada por L. Wittgenstein y su doctrina de los hechos atómicos.

Por lo tanto, cuando comparamos el inglés norteamericano actual o el de los principales idiomas europeos con los idiomas de los indígenas americanos o el idioma de la tribu Piraha no solo estamos comparando lenguas que pertenecen a realidades horizontales culturas y estilos de vida muy diferentes, sino que también somos conscientes de que estamos comparando una lengua europea moderna con una lengua tribal arcaica que se encuentra muy influenciada por las estructuras del mito y la tradición. Por supuesto, ni Sapir y Whorf ni tampoco Zerzan consideran este problema desde esta perspectiva, por lo que este enfoque necesita ser formulado de forma concisa por medio de pruebas y argumentos sofisticados. Si retomamos las ideas de Zerzan, entonces es necesario que aclaremos primero que, en el transcurso de la involución metafísica que se ha producido (“lo infinitamente diverso de la realidad”), al igual que el lenguaje, ha sufrido una serie de pérdidas significativas y una gran cantidad de simplificaciones que nos ha llevado hasta el empobrecimiento de la “realidad” por parte del triunfo de las ideas positivistas y materialistas.

El segundo aspecto de esta crítica está muy relacionado con el problema de intentar reflejar la realidad por medio del lenguaje y el papel que juegan el nombre y el símbolo en relación con las cosas. Para Zerzan “los melocotones son mucho más importantes que el nombre que se les da”. En esto, consciente o inconscientemente, Zerzan parece estar haciéndose eco de las palabras que pronuncia Julieta en la tragedia de W. Shakespeare, ya que el nombre de la rosa simplemente no importa. Este enfoque considera que el asignar un nombre a una cosa es en realidad un acto de alienación, ya que transforma una cosa en un concepto determinado por el pensamiento y la cultura. Es decir, que los seres humanos no apelan o piensan en los melocotones en sí mismos, sino en sus nombres y son estos nombres los que los llevan a reflexionar y hacer asociaciones mentales y socioculturales. Ya que la cultura simbólica es totalmente inaceptable para John Zerzan, resulta necesario abandonar los nombres. Uno puede llegar a suponer que el mundo ideal para Zerzan es un mundo donde las cosas y los fenómenos son desconocidos y no tienen ningún nombre, es un mundo donde grupos de cazadores-recolectores mudos experimentan el choque con las cosas como si se tratara de la primera experiencia que hayan tenido y que, además, estas experiencias no se conservan ni tampoco pueden transmitirse por medio del lenguaje o de cualquier forma de símbolos y abstracciones figuradas.

Retornando a la obra de Shakespeare, podemos decir que Julieta considera que la esencia corporal (material) de su amante es la parte más importante de todas. Los Montesco no son en realidad ni los brazos, las piernas o los hombros de Romeo, así que él puede y debería rechazar su nombre y usar cualquier otro, porque su rostro y su cuerpo no cambiarán cuando lo haga. Pero, contrariamente a la ingenuidad expresada por la joven enamorada, son precisamente los nombres que tienen los dos amantes (los nombres de las cosas) los que crean toda la tensión trágica que viven, sin hablar de la atracción que produce su relación además de la tragedia que creo Shakespeare.

Desde la perspectiva del tradicionalismo toda esta situación es vista de una forma completamente diferente. La Tradición considera que los nombres y los símbolos de las cosas tienen un papel sumamente importante al expresar la esencia de los mismos. La distribución de cosas y fenómenos del mundo en los dominios mental y lingüístico de una forma u otra afecta o refleja la esencia de las cosas en nuestro pensamiento y, como resultado, eso también afecta nuestro lenguaje. Así que tanto la “rosa” como el “melocotón” no son únicamente nombres aleatorios que se le han dado a las cosas (según dice Ferdinand de Saussure), sino que son partes constitutivas de las mismas y, en cierto sentido, son el fundamento del lenguaje que expresa la realidad de las cosas. Un nombre o símbolo expresa directamente la esencia de una cosa o refleja una de sus facetas que se encuentra conectada a ella por medio de una etimología, un homónimo y está asociada a otras realidades que forman todo un campo semántico. Por lo tanto, según las ideas “lingüística del tradicionalismo” los símbolos y los nombres poseen significados muy ricos que van más allá del sentido estricto de los mismos.

Existe un tercer aspecto al que nos podemos referir en relación al lenguaje, o más bien, referente a la escritura como medio de expresión del poder y la jerarquía. Incluso Claude Lévi-Strauss, siguiendo la ideología marxista, señaló el poder clasista que puede originarse y reforzarse mediante la habilidad que tiene alguien para escribir y demostrar su capacidad frente a sus compañeros de tribu “analfabetos”. En este sentido, John Zerzan sigue las ideas de Michel Foucault acerca del poder y el lenguaje, sosteniendo que el lenguaje, la gramática y la escritura son la estructura y la ideología que permite la diversificación del poder jerárquico, lo cual determina finalmente el pensamiento de los seres humanos.

El antropólogo James Scott, en el libro que dedica a las comunidades de Zomia, señala que los grupos locales que huyen del gobierno estatal a menudo abandonan deliberadamente toda forma de escritura y cambian sus prácticas lingüísticas con tal de evitar ser esclavizados por el Estado o eludir la posibilidad de que surja un nuevo Estado por medio de la instauración de jerarquías y relaciones de poder al interior de sus grupos [2]. Las prácticas descritas por Scott son una opción intermedia: no se trata de un rechazo del lenguaje y los símbolos, sino de un rechazo de la escritura como una forma de contabilización (censo de la población, registro de los sujetos por medio del nombre), subordinación (conocimiento de la escritura del soberano o del lenguaje estatal por medio de su semántica y el olvido de la lengua nativa) y explotación (el analfabeto como parte del estrato social inferior). La teoría primitivista sostenida por Zerzan considera que una “cultura” igualitaria debe carecer de la comunicación y la interacción con tal de estar libre de cualquier influencia alienante producida por la división del trabajo y la escritura, de allí la particular importancia que le da Zerzan a lo que él llama las interacciones cara a cara [3], sin máscaras y sin referencias socioculturales o políticos. Pero esas sociedades son imposibles de encontrar tanto en los periodos más arcaicos como en la historia reciente. Incluso en las comunidades socialmente muy simples compuestas por fugitivos que terminan por huir hacia Zomia, terminan por existir toda una serie de jerarquías entre los clanes y las familias; las sociedades democráticas modernas compuestas por individuos también despliegan toda una serie de rangos y estados civiles complejos. Incluso entre los animales existen jerarquías. El saludo nepalés “namaste” literalmente significa “la Divinidad en mí da la bienvenida a la Divinidad en ti”. Namaste nos dice que los diferentes seres humanos son en realidad máscaras de una misma Divinidad, por lo tanto, la idea de Zerzan de llegar a un cara a cara de facto se convierte simplemente en una fórmula monista donde un dios se encuentra cara a cara con otro dios. La divinidad es la fuente misma del lenguaje, del símbolo, la religión, la cultura y todas las jerarquías de poder.

Por supuesto, las cuestiones del desarrollo/degeneración del lenguaje y su relación con el pensamiento y el poder son relevantes cuando se las examina a la luz del tradicionalismo, la pluralidad de pueblos y tradiciones, al igual que con respecto al primitivismo. Pero la solución propuesta por John Zerzan: excluir completamente el lenguaje y la cultura simbólica (el arte y la religión) para volver a la experiencia no mediada de las cosas sin ningún nombre y ser un rebaño mitad animal y totalmente igualitario dominado por el poder absoluto de los elementos naturales, es un escenario imposible e irrelevante.

El abandono de la civilización siguiendo las ideas de Zerzan resulta ser nada menos que otra de las estrategias de la existencia inauténtica del das Man. Zerzan nos llama a abandonar toda clase de “mesianismo humano”, pero esto significa un rechazo directo del hombre como tal, porque el hombre en sí mismo es un símbolo de lo Divino y un reflejo del macrocosmos. El deseo de igualitarismo y el rechazo de la rica diversidad de culturas tradicionales revela que Zerzan es un seguidor de una serie de ideas puramente modernas y progresistas que están en consonancia con el espíritu del liberalismo de izquierda. El principal objetivo que persigue la humanidad occidental es abrir el camino para la llegada del transhumanismo y la Gestell, pero el das Man también puede encontrarse en la periferia del mismo camuflado bajo el rechazo fundamental del Dasein que reduce al hombre a un mundo puramente animal y a un modo de ser exiguo [4].

Un examen más detallado de las ideas de John Zerzan y otros representantes de las teorías y prácticas del llamado “primitivismo” en el contexto amplio del tradicionalismo y la situación existencial que existe en el Kali-Yuga serán presentadas en el libro Tradición y shock futuro. Este libro está siendo escrito en estos momentos.

Por Evgeny Nechkasov
Rusia, Novosibirsk
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

Notas:

[1] Esto se refleja en el cambio de toda la terminología moderna y del vocabulario tradicional que entra en el dominio semántico de lo “primitivo” y lo “arcaico”, al que se opone el vocabulario progresista de la época moderna.

[2] Ver Scott, James C. “The Art of Not Being Governed”.

[3] Ver Zerzan, J. “Running on Emptiness”.

[4] Ver Heidegger, Martin “Die Grundbegriffe der Metaphysik. Welt – Endlichkeit – Einsamkeit”.